Corría el año 1949 cuando Eduardo Arenas y Elsa Florín comienzan con sus pequeños hijos a elaborar dulces caseros en su tachito de cobre de 15 kilos traídos de Suiza. Más de 70 años han pasado y hoy continúan con esa tradición la tercera generación de la familia. Muchas cosas han cambiado; los tachos y pailas ahora son más grandes, los revolvedores funcionan con energía eléctrica, pero lo tradicional y por sobre todo lo básico, que es la elaboración casera y artesanal, se mantiene como los primeros días. Disfrutamos de nuestra dulce tarea y los invitamos a probar nuestros productos, donde pueden saborear el verdadero sabor de la elaboración con amor.